Con el regustillo tardío del éxito navideño del roscón de Reyes y continuando con el creciente interés por el placer del pan casero… pero no lioso, que gracias a la labor divulgativa de Ibán Yarza ha despertado el espíritu panarra que todos tenemos en algún rinconcillo de nuestro ser. He recordado que entre los libros de cocina andaba durmiendo el sueño de los olvidados el «Pan y dulces italianos» de las hermanas Simili y con prólogo del antes mencionado I. Yarza. La primera vez que le eché un vistazo a ese libro, me pareció un lío de mil pares de narices… pero hoy, lo veo con otros ojitos. Además ahora comprendo mejor el rollo masa madre y otras actividades bacterianas que rodean el mundo panadero. Mi admiración por todos esos blogs que se atreven a «traducir» las tan complicadas fórmulas para hacer pan.
El resultado de estos panecillos es muy apto para bocadillos salados, porque no es un bollo estrictamente dulce, pero admite la mantequilla y la mermelada del desayuno. Se pueden congelar y quedan perfectos después. Y cuando te los llevas de excursión, al sacarlos de la mochila… saben a gloria, rellenitos de lo que se te haya ocurrido al prepararlos.
Ingredientes (para 14 panecillos)
- 1 kg de harina de fuerza
- 150 gr de mantequilla a temperatura ambiente
- 50 gr de manteca
- 100 gr de azúcar
- 15 gr de sal
- 400 gr de agua mineral
- 75 gr de levadura fresca (en mi caso Levital, en el super se encuentra fácil)
- 1 huevo batido para pincelar los bollitos
En un cuenco amplio ponemos la harina sin tamizar, hacemos un hueco en el centro y añadimos el resto de los ingredientes. Mezclamos todo y comenzamos a amasar, con energía durante 10 ó 12 minutos si lo hacemos a mano, y si utilizamos los ganchos de una amasadora pues la cosa será más descansada y solo tendremos que observar que la masa quede suave y no pegajosa.
Una vez conseguida esa textura tendremos una superbola de masa, la dividimos en dos bolas que dejaremos fermentar durante 1 hora y tapadas (con un bol grande por ejemplo).
Ahora cogemos cada bola y sin manosearlas mucho les damos forma de rulo. Troceamos los rulos, cada uno en 7 trozos. Formamos con la mano unas bolitas haciéndolas rodar sobre la mesa de trabajo, sin miedito de aplastarlas (así se les quita el gas) y darles forma otra vez. Tienen que quedar suaves y lisas por la parte de arriba y por la parte de la base les hacemos con el dedo un pequeño agujero.
Vamos colocando las bolitas, distanciadas unas de otras, en unas bandejas forradas con papel de horno. Las pincelamos con el huevo batido y las dejamos fermentar 1 hora, hasta que doblen su volumen e incluso un poco más de su tamaño inicial. No hace falta taparlas.
Ahora llega el peliagudo momento de explicar el horneado, porque el horno de cada casa es un universo único, que en principio sólo lo conoce bien su dueño, y no es que quiera generar incertidumbre sobre las temperaturas, pero cuando horneamos… hay que vigilar!
Precalentamos el horno a 220º (mejor sin aire). Horneamos los panecillos durante 10 ó 12 minutos. La parte de arriba ha de quedar bien doradita y el resto más blanco. Al sacarlos del horno los depositamos sobre una rejilla para que se templen. Si los vamos a congelar los metemos en bolsas para congelación cuando estén templados, no es necesario que estén fríos.
Para comenzar la andadura panarra estos bollos panecillo son una buena opción.
oh yeah. esto me pone 😉
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…a hacer pan mon ami, supongo. 😉
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Qué ganas les tengo a estos bollitos!!! Te han quedado genial. Besitos guapa
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Gracias Paz, viniendo de una experta en masas tartiles se agradece el cumplido!
Molts petonets 😉
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Qué ricos! Perfectos para tener siempre a mano en el congelador. Y qué razón tienes sobre el gran Ibán Yarza, el «libertador panarra» como le llama David de Jorge
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Uooo, mola eso del Libertador!!
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La andadura panarra siempre gusta pero cuesta un poco, además tener libros de aquel y del otro y terminar haciendo el pan de siempre, si es queee!!! pero la satisfacción de hacer pan, que resulte bueno y compartirlo con la familia a ver qué cara les queda es el mejor premio.
Besos
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Es que eso de andar con las manos en la masa… o en el botón de la amasadora empieza a tener su morbo!!
Besos 😉
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El pan casero sabe a gloria siempre. A mí me sabían a gloria hasta los mazacotes incomibles que horneaba cuando no amasaba bien xD y hacía cada estropicio digno de ver, pero me los comía y me parecía que con un punto de tueste, estaban tremendos. Estos los veo muy estupendos, muy aptos para merendolas.
Por cierto, vale que no te arrepientes luego pero lo de empezar a amasar… y empezar a entenderte con la vida de la masa madre… no tiene vuelta atrás…
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Chica, el pan de casa tiene todas las gracias, aunque reconozco que andar por el camino por el que tu andas … a mi me faltan chirucas para seguirte! 🙂
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Pero que pinta más maravillosa. Veo que compartimos principios, pan casero: Sí, pero sin complicarnos la existencia que bastante complicada ya es de por sí 😀
Besados a kilos!
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Es que los líos me dan ansiedad, pero el pan me gusta cantidad!!
Petons 😉
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Ahora no sé si he dejado mi comentario, o está moderado, o qué… que me gustan tus panes, ale!
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Ha llegado tan bien como si lo hubiese traído el «pony expres».
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Que bueno, a mi que me encanta el pan no podría decir que no a estos panecillos.
Yo también estoy disfrutando mucho con las manos en la masa y ya estoy con una receta de las hermanas simili…
Besitosss guapa
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Pues si tienes el mismo libro que moi… que Dios te ayude, porque están las explicaciones solo para ingenieros panaderos!!
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jejeje ya te contaré xDD
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Qué pinta, me encantan! Se ve que tienen que ser tiernos y seguro que están buenisimos tanto con dulce como con salado. Me lo apunto 🙂
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Yo los llamo panecillos mochileros, los pones congelados en la mochila y cuando llega la hora de comer… están como recién hechos. Los bocatas saben a gloria bendita! 🙂
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