Hacedlos de un día para otro. Este sería el primer requisito para disfrutar estos jamoncitos de pollo. Van a estar muy mimados por los ingredientes que utilizaremos, por lo que llegarán al plato reposados, igualito que quien los cocine, porque los tendremos preparado con antelación a propósito.

Ingredientes

• 10 jamoncitos de pollo
• 6 cucharadas de aceite de oliva virgen
• sal y pimienta negra recién molida
• buttermilk, para tenerlos en «remojo»
• 1 cm de jengibre fresco, rallado
• 1 cucharadita de tomillo (fresco o seco)
• 1 cucharadita de romero (fresco o seco)
• 1 puñado de pimienta negra en grano
• 1 cucharada rasa de curri (le he puesto Korma)
• 1/2 cucharadita de cúrcuma
• perejil fresco
• 1 cucharadita rasa de Maizena
• 1 cucharada de miel

Esto comienza la noche anterior al guiso. En un recipiente sumergimos los jamoncitos en el buttermilk. Lo tapamos y lo dejamos toda la noche en la nevera.

Sacamos el pollo de su baño nocturno, secamos con papel absorbente. Salpimentamos, esparcimos perejil por encima y lo colocamos en la cazuela que irá al horno.

Vamos precalentando el horno a 170º

En una sartén calentamos un poco el aceite. Echamos los granos de pimienta, las hierbas excepto  el perejil y el jengibre, con el fuego suave dejamos 1 minuto para que el aceite se perfume.

Volcamos todo el contenido de la sartén sobre los jamoncitos.

Lo metemos en el horno. Dejamos que se hagan durante 40 minutos; a la mitad del horneado, les damos la vuelta. El tiempo depende de cada horno, a partir de los 30 minutos, mejor vigilamos. Cuando estén dorados los sacamos.

Ahora, los trasladamos a un plato. La salsa-jugo la ponemos en un cazo (o en la misma cazuela) para acabarla en el fuego. Para espesarla un poco diluimos la Maizena en un poco (un culín) de agua fría, la vertemos al cazo, removemos. Echamos la cucharada de curri y añadimos la miel, removemos.

Incorporamos los jamoncitos a la salsa. Con el fuego muy suave, les damos unas vueltas para que se impregnen y vuelvan a entrar en calor. Retiramos del fuego y lo dejamos reposar. Esparcimos perejil por encima… y ha sido más largo de explicar que de hacer!

Insisto, estos jamoncitos ganan con las horas. La comprobación ha sido empírica, los 3 primeros jamoncitos desaparecieron al rato de cocinarlos y estaban ricos. El resto reposó hasta el día siguiente y cumplieron con mucho éxito.