La cocina ideal de: abuelita campestre. Su hijo que vive en la ciudad le ha cambiado el grifo por uno más moderno y su nuera le ha regalado una espátula de silicona. El fontanero ha dejado el grifo antiguo, ya no encontraría baldosines como esos para reparar el hueco. Las cacerolas de cobre han tenido momentos gloriosos en los que la buena señora guisaba sopas, potajes y todo tipo de viandas campesinas. Alguna ventaja debía de tener el vivir en el quinto pino
El jabón y el cepillo son para su señor esposo, que al volver del trabajo en la granja llega hecho un zorrino. Mientras ella machaca almendras en el impresionante mortero de piedra, va picoteando fresas del cuenco superviviente de la vajilla que estrenaron hace ya un montón de años. El bote de vidrio convertido en florero le recuerda que en la vida, los detalles delicados son importantes.
Hunmm… también podría ser la cocina de la casita en el campo de un hipster!En cualquier caso, es monísima.
Me gusta mucho más la idea de la abuelita campestre y el abuelo que se lava las manos y se cepilla bien las uñas. Encantadora estampa.
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Hola Beatriz!
es que hay cocinas en las que te imaginas cada cosa cosa… y en esta lo del grifo me llevó a conclusiones peregrinas.
(por cierto, algún proyecto french en marcha?)
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¡Si es que son tan monas! Con mucho más personalidad que las actuales ¡seguro!
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Las cocinas de las abuelitas molan!
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Pues yo no volvería a la cocina de la abuela pero me quedo con sus props que eso si me gusta un montón 😉
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Opino igual, hacer fuego cada día tenía que ser un rollazo!
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Qué guay la has retratado. 🙂
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