En lo simple está la virtud, y desde luego estas crêpes son virtuosísimas. Porque con limón se quita la mala conciencia del azúcar que le pondremos, y reforzará la imagen de algo refrescante y ligero. Un poquillo de autoengaño aceptable.
Ingredientes (para 8 ó 9 crêpes)
- 250 gr. de harina
- 4 huevos a temperatura ambiente
- 1 cucharada sopera de azúcar
- 1 pellizco de sal
- 1 cucharada sopera de aceite de oliva suave
- 1 cucharada sopera de ron o coñac (opcional, pero le da un toquecito solo apto para mayores)
- 450 ml de leche desnatada a temperatura ambiente
- mantequilla para engrasar ligeramente la sartén
- el zumo de un limón grande
- azúcar para espolvorear las crêpes
En un cuenco grande tamizamos la harina. Añadimos la cucharada de azúcar y el pellizco de sal. Hacemos un hueco en el centro y ponemos el aceite y el ron.
Batimos un poco los huevos y los vertemos en el hueco de la harina. Removemos para que se vayan mezclando, se formará una masa que nos hará pensar que el futuro de nuestras crêpes es incierto (no entrar en pánico ni acordarse de mis muertos, please).
Ahora incorporamos la leche poco a poco y removiendo. Los grumos están asegurados, no pasa nada, que lo solucionamos gracias a la batidora. Batimos hasta que desaparezcan. Nos quedará una masa con aspecto de natillas un tanto líquidas.
Dejamos que repose una hora si es que queremos que el ron o el coñac aromaticen la masa. Si tenemos prisa saltamos este paso, que el mundo gira rápido y las esperas desesperan.
Calentamos una sartén grande, preferiblemente anti-adherente. La engrasamos toda ligeramente con mantequilla, con ayuda de un pincel de silicona o un papel de cocina. Y comenzamos!
Vamos echando en la sartén la masa, la medida ideal es un cucharón. El fuego vivo. Movemos la sartén con un movimiento circular para que se extienda. La dejamos un minuto, con una espátula separamos los bordes de la crêpe y le damos la vuelta. Medio minuto para que acabe de hacerse y la sacamos. Repetimos la operación hasta que la masa se acabe.
Las vamos colocando una encima de otra para mantenerlas calientes.
Ya solo queda espolvorear azúcar por encima de cada crêpe y rociarlas con el zumo del limón. Las doblamos sobre si mismas tres veces, siempre por la mitad. Nos quedarán en forma de triángulo, como podéis apreciar en la foto.
Otra forma sería llevarlas a la mesa extendidas y que cada uno se la prepare con la cantidad de azúcar y limón que su conciencia le dicte.
Y como tantas veces sucede… es mas largo de explicar que de hacer! Bon appetit chéris.
Lo sencillo siempre es más rico y los autoiengaños, si son de este tipo… molan
Besotes y feliz agostete
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Aúpa el azúcar y el limón! Buen (seguro que isleño) verano.
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jajajaj, yo soy del club del autoengaño, lo malo es que la mala conciencia me la juega cuando no puedo dormir.
Mira que están ricas las o los creps, así tal cual con azúcar y un poco de engaño se ven estupendas.
Bss.
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Me apunto a ese club, gastronómicamente hablando!
Muchos besos
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Me encanta los creps con el aroma a ron,, ñam ñam xDD
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Ay Maribel! eso es que te ronda el espíritu caribeño y no lo acabas de dejar salir!! 😉
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jejejeje, yo quiero ese espíritu, que tenga un estupéndo dia xD
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