El «Abogado» lleva mucho tiempo persiguiendo el sueño de volver a comer pebetes, unos panecillos de una textura, forma y dulzor ligero con los que, en su etapa argentina, había disfrutado unas meriendas deliciosas dignas de recordar, porque saca el tema cada dos por tres. Y para que no se diga que no me intereso por su pasado, voy a intentar recrearlo… y que pase lo que pase! Vamos a comenzar la sesión de regresión, mira fijamente el péndulo, cuenta hacia atrás 3, 2, 1…
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Es muy recomendable meterse en este «fregao» armados con una maquineta que tenga ganchos para amasar o en su defecto unos brazos musculados aptos para una sesión de amasado de un buen rato. En mi caso he amasado con la típica batidora-amasadora de varillas y ganchos intercambiables y la pobre al final parecía que se rendía, pero no… ha aguantado como una jabata!
También hay que tener en cuenta que la preparación de estos bollitos requiere hacerla el día anterior, porque la vamos a tener levando en la nevera durante toda la noche y los hornearemos a la mañana siguiente.
Ingredientes (para 8 panecillos, más o menos)
- 300 gr de harina de fuerza
- 50 gr de azúcar
- 15 gr de levadura fresca (he utilizado la marca Levital)
- 1 cucharada de leche un poco tibia
- 3 huevos
- 100 gr de mantequilla en trocitos y fría
para pincelar
- una cucharadita de leche
- 1 yema de huevo
Disolvemos la levadura fresca en la leche tibia.
En un recipiente amplio ponemos la harina, la levadura disuelta, el azúcar, la sal y los huevos (no hace falta batirlos). Mezclamos un poco con una cuchara y ya empezamos con los ganchos de la maquineta a darle el amasado. Cuando lo tengamos mezclado y nos las prometíamos muy felices porque todo va viento en popa… toca añadir la mantequilla en trozos y poco a poco. Seguimos amasando para que los trozos de mantequilla se integren en la masa completamente. Y a partir de aquí es dónde hay que tener una mente clara, un espíritu optimista y confianza en que al cabo de un rato (largo) obtendremos una masa que se despegará de los lados del recipiente, se convertirá en una bonita y elástica masa ese es el objetivo. Y algo húmeda… que está bien que sea así. Los ganchos de la maquineta estarán haciendo ya virguerías para seguir dando vueltas, pero ya falta poco y podremos sacarlos de la masa sin dificultades dignas de mencionar.
Guardamos la masa en la nevera, en un recipiente amplio, porque va a doblar su tamaño. La tapamos con papel film. Nos olvidamos de ella hasta el día siguiente.
Bueno pues ya es de día, Sacamos la masa del recipiente y le damos un ligero masaje o amasado, para sacarle el gas y nos disponemos a dividir la masa en porciones de unos 90 gr cada una (consejo: tener a mano una balanza), la masa hay que cortarla con un cuchillo, nada de desgarrarla con las manos para sacar las porciones! Hacemos una bola con cada porción, las vamos colocando sobre una bandeja de horno con papel de horno, dejando un par de centímetros de separación entre ellas, y las dejamos que leven durante una hora, han de doblar su tamaño.
Antes de meterlas en el horno, pincelamos la parte de arriba de las bolas de masa con la yema de huevo bien mezclada con la cucharilla de leche.
Ya sólo queda hornearlas, precalentamos el horno a 190º. Colocamos la bandeja en la parte baja del horno, cuando veamos que la parte de arriba está dorada y están hinchados (unos 9 minutos en mi horno) los sacamos y los pasamos a una rejilla para que se templen. Aquí nos vendrán bien un par de palas para trasladarlos, porque probablemente estarán unidos por los lados.
Y comienza el disfrute, al abrirlos la miga es algo así:
Y claro, incita al relleno salado:
Pero también al dulce:
Admito que no me ha salido el tan esperado pebete, pero el «Abogado» ha quedado encantado y dice que me he acercado bastante! En mi fuero interno sé que los pebetes… no llevan huevo, pero no he podido resistirme, se los he puesto. Espero que los pebetes me perdonen!
Son como unas medias noches maravillosas, el abogado no es tonto no, sabe bien lo que sea hace y creo que has cumplido el reto… me ha flipado el hipnotizador 3,2,1.. jijiji
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Es que mola hipnotizar… esta vez a base de pebetes!!
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Qué bollitos más esponjosos… lo que daría por uno!
besos
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Chica, te mandaría uno… pero han volado!!
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Pero Marisa hija! Si no te han salido los pebetes bienvenidos sean estos sucedáneos! Qué miga! Son unos mini-brioches de lo más apetitoso. Según leía la receta pensaba automáticamente en comerlos en plan dulce pero ese relleno salado que le has puesto, a parte de haberme hecho llorar de pensar en lo inalcanzable que es para mí ahora mismo, ha hecho volar mi imaginación de tentempié saladito.
Mi batidora amasadora es como la que has usado tú. A veces cuando hago este tipo de masas me parece que va a empezar a echar humo el motorcillo de los esfuerzos que hace amasando. Es ésta una de esas masas? Lo pregunto para no asustarme y seguir adelante con el proceso.
Besos y espero que el Abogado te tenga como una reina de lo bien que le tratas.
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Beatriz… salado fetén! incluso para las salchichas de Frankfurt. Respecto a la batidora-amasadora tengo la misma sensación que tu, un ligero tufillo a motor quemándose también me llega al cabo de un ratito de tenerla en marcha…la solución son mini descansos para hacerle cree que ya se ha acabado el suplicio, la masa ni se entera! Además como dice el dios Yarza: las masas también se amasan ellas solitas en los descansos. Así que cuando aparezca el olorcillo a infierno deja que descanse, que no quiero ser responsable de la muerte de tu máquina!
Y el Abogado… pidiendo dieta a gritos.
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Guauuu… has despertado en mi el deseo de ponerme enseguida a hacer estos ricos brioches… Mi marido es argentino y muchas veces me ha hablado de los pebetes que comía por aquellos lares… mira tú por dónde ahora tengo una receta, parecida, dónde tomar algunas referencias… tienen un aspecto espectacular y rellenos ya ni te cuento. Besos linda.
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Pilar… espero que hayas leído hasta el final final la receta!, verás que hay una confesión. Pero la verdad es que al menos he llegado recrear el recuerdo gustativo, al menos eso es lo que mi «abogado» ha manifestado con vehemencia. Si lo intentas, cuéntame qué tal ha colado el pebete!
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