La receta es una actualización de una versión anterior que podréis encontrar en el blog, si dais un repasito al índice, en el apartado de postres y repostería y del que estaba la mar de orgullosa. Pero el tiempo pasa, coges experiencia, mejoras la técnica, compruebas lo que funciona y lo que no. A fuerza de repetir la receta casi la puedo hacer de memoria y no os diré que mido las cantidades a ojo… pero casi.
Ingredientes (nos saldrán unos 27 bollitos del tamaño de una pelota de tenis… bueno un poco más pequeños)
- 600 gr de harina de fuerza (si podéis comprársela a vuestro panadero… ideal!)
- 100 ml de leche entera (puede ser desnatada, pero no es lo mismo)
- 70 gr de nata líquida (35% materia grasa, o sea, la de montar)
- 25 gr. levadura fresca (he utilizado la marca Levital)
- 120 gr de mantequilla (recién sacada de la nevera)
- 40 gr de azúcar invertido (muy fácil de hacer pinchando aquí , pero tenerlo previsto con antelación) pero si nos da pereza hacerlo lo sustituimos por dos cucharadas soperas de miel.
- 50 gr de azúcar
- 1/2 cucharadita de sal
- 3 huevos medianos (a temperatura ambiente)
- 1 cucharada de agua de azahar (mejor compradla en la farmacia, las del súper son maluchas)
- 1 cucharada de ron añejo
Para el momento antes de hornear
- 1 huevo batido
- 1 cucharadita de leche
- azúcar en bolitas o azúcar humedecido con unas gotas de agua de azahar
En un vaso ponemos la leche y la templamos un poco en el microondas, añadimos la levadura desmenuzada, removemos con una cucharita para que se mezcle y reservamos a temperatura ambiente.
En un cuenco hondo y amplio echamos la harina, el azúcar y la sal, removemos y luego hacemos un hueco en el centro y en él ponemos el azúcar invertido, el agua de azahar, el ron, los huevos ligeramente batidos, la nata líquida y la leche con la levadura ya disuelta.
Con los ganchos (importante: ganchos, no varillas!) de amasar de nuestra humilde batidora de pocos euros, empezamos a mezclar. Cuando esté todo bien integrado iremos añadiendo la mantequilla en dos o tres tandas. Seguimos amasando para que la mantequilla se mezcle por completo. En este momento puede que tengamos que dar un respiro al motor de la batidora… no pasa nada, dejamos que descanse un ratito.
Continuamos amasando hasta que la masa se vaya despegando de las paredes del recipiente. La masa seguirá siendo un tanto pegajosa, es normal.
Engrasamos con un poco de aceite un recipiente idóneo para dejar levar la masa, tiene que doblar su volumen! Tapamos con un paño y la dejamos en algún lugar cálido y sin corriente de aire. Tardará una hora o tal vez un poco más, la cosa es que crezca.
Preparamos una bandeja de horno con un papel sulfurizado, y otras dos bandejas que tengamos por casa, de una medida parecida a la de horno, y también les colocamos un papel a cada una.
Nos ponemos a mano una balanza y un cuchillo grande.
Engrasamos la mesa de trabajo y nuestras manos con un poco de aceite. Volcamos la masa ya levada sobre la mesa y suavemente, sin amasar, la vamos estirando hasta hacer un rulo del tamaño de una barra larga de pan.
Con el cuchillo cortamos porciones de masa de unos 50 gr cada una (para eso tenemos a mano la balanza!)
Cogemos una porción y hacemos una bolita con ella, la boleamos encima de la mesa, que quede lisa y la colocamos sobre el papel de la bandeja. Y así con todas las porciones. Pondremos 9 bolitas por bandeja, bien separadas porque ahora las dejaremos levar una hora en algún lugar cálido y… sin corriente de aire! hasta que doblen su volumen. Depende de la temperatura el levado será más o menos rápido, pero una horita no se la quita nadie.
Precalentamos el horno a 190º (conviene ir preparándolo 10 minutos antes de que acabe el levado)
Necesitaremos una rejilla para cuando saquemos los bollos del horno, así que nos la preparamos para tenerla a la vista.
Antes de meter los bollos en el horno, los pincelamos con el huevo batido mezclado con la leche. Procuramos no pinchar la masa con las púas del pincel.
Ponemos un montoncito de azúcar encima de cada pieza y las metemos en la parte más baja del horno durante 9 minutos (Ep! eso en mi horno) aquí vigilamos, que cada horno es un mundo… Al cabo de un momento empezarán a inflarse, momento mágico! y estarán a punto cuando estén doradas, ese momento no admite despistes porque se pueden quemar, no es buena idea irse de la cocina, insisto… mejor quedarse a mirar como crecen.
Sacamos la bandeja del horno e inmediatamente colocamos los bollos en una rejilla.
Horneamos el resto de bollos, podemos usar la misma bandeja de horno, sólo tenemos que traspasarlos de una bandeja a otra con el papel incluido; no los toqueteamos, que se pueden venir abajo!
Cuando los bollos estén templados sobre la rejilla, podemos meterlos en bolsas de plástico y congelarlos, quedan perfectos cuando los descongelemos en el microondas, en la función descongelar, no confundirse en ese detallito!!
Bien, pues ya tenemos unos bollos muy «desayunables» o muy «merendables»…o «disfrutables» a cualquier hora!
Y de verdad, cuando le coges el tranquillo… es vivir con el aplauso continuo.
Muy buen alveolado. Plas plas plas. Se nota el azúcar invertido en las recetas, yo hace tiempo que no tengo, y me has despertado las ganas de hacer un poco de nuevo…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Está «chupao» y el ratito que pierdes queda hipermegamortizado!
Me gustaMe gusta